La salud de un individuo depende del estado físico y mental, condiciones que están íntimamente relacionadas entre sí; ya que, si un atleta de alto nivel se siente infeliz y rechazado en su entorno social, no puede gozar de buena salud.
La salud mental incluye el bienestar emocional, psicológico y social, por lo que afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos, en cualquier momento de nuestras vidas, principalmente cuando se confrontan situaciones adversas, ya sea en el ámbito sentimental, familiar, económico, social o de salud.
Al conmemorase este lunes 10 de octubre, el día mundial de la Salud Mental, el personal técnico y administrativo del Ministerio de Salud realizó actividades para realzar la importancia de establecer entornos ambientales y sociales propicios para que las personas gocen de salud integral.
La mayoría de los casos de situaciones que perturban la paz y comportamiento de una persona son transitorios y no provocan secuelas; de lo contrario las personas o familias deben buscar ayuda de psicólogos, psiquiatras o trabajadores sociales, profesionales que se encuentran en la mayoría de las instalaciones del Minsa.
Algunas posibles señales de problemas de salud mental son, trastornos del sueño, fatiga, alto consumo de drogas y alcohol, abandono de actividades sociales, aislamiento y cambios repentinos de conducta y estado de humor.
El Minsa brinda servicios de salud mental en sus instalaciones de Puerto Armuelles, Río Sereno, Volcán, Aserríos, La Estrella, La Mata de Bugaba, Santo Domingo, Boquerón, Alanje, Boquete, Capsis de Dolega, Los Anastasios Gualaca, San Lorenzo y en todos los Centros de Salud de David y en la sede regional.
Desde el inicio de la humanidad, las sociedades humanas experimentan constantes cambios, algunos traumáticos como guerras y catástrofes; otros originados por avances científicos y tecnológicos que representan un reto a la capacidad de lucha y adaptación de las comunidades y sus integrantes.
La violenta invasión de 1989, la pandemia por Covid-19; la inflación económica, la desintegración familiar y los resultados del continuo conflicto que conlleva la competencia entre individuos que comparten interés comunes, generan presión, ansiedad, depresión odios y resentimientos, que deben ser bien manejados, para que los mismos no provoquen problemas irreversibles, inclusive suicidios.